de Donna Tartt (Original: “The Goldfinch”) Premio Pulizer 2014
Como en todas sus novelas, Donna Tartt empieza esta con un asesinato. En esta ocasión es la muerte de la madre de Theo Decker, un adolescente, que muere tras un atentado de bomba en un museo al que su hijo sobrevive. Esa muerte es como el comienzo de una vida alternativa en la que las historias de los personajes que han estado involucrados, de forma aleatoria, se va desarrollando. Es un viaje a través del dolor y la confusión creada a partir de un acto de violencia desgarrador.
Hay dos elementos que me entusiasman de esta novela, El primero, como resalta la futilidad de un acto de violencia como pueda ser un atentado de bomba: Esa idea de que podían haber ido al museo aquella mañana, o no, que podían haber estado en la misma sala o no, una decisión tomada con semejante banalidad, por hacer tiempo, porque estaba lloviendo, porque querían hablar, porque había otros objetivos, y la violencia te encuentra de forma caprichosa. Esos encuentros superficiales con las miradas de otras personas en un museo, lo que hacemos cada día en una ciudad grande, cruzarnos con personas a las que no volveremos a ver, y que de golpe se convierten en relevantes por compartir un destino fatal. La realidad a partir de esa decisión cotidiana y superflua, se transforma y comienza una nueva realidad para Theo en la que lo banal se convierte en lo más relevante, intentando desentrañar esta nueva realidad como si fuera un misterio que debería revelar.
El otro elemento que destacaría es a la vez lo que hace de la obra de Donna Tartt una novela desconcertante. Toda la novela está llena de personajes complejos, en cuya psicología Tartt profundiza con maestría, pero a la vez son todos personajes inconexos, que parecen perderse entre una madeja de hilos argumentales sin propósito alguno, solo porque se cruzan en el camino del protagonista con la misma futilidad que lo hizo la violencia. Lo que une esta madeja psicológica es el cuadro de “el jilguero”, aquel que Theo se lleva del museo y se convierte en su pesadilla personal, en un sustituto emocional, en un objetivo o en una encrucijada.
El dolor no se supera, solo se deja atrás, se suelta en algún momento para poder seguir adelante, y dejarlo atrás es también una perdida.
SINOPSIS: Si aquella mañana no hubiera llovido, si Theodore y su madre hubieran llevado un buen paraguas, si, si, si… quizá no hubieran buscado refugio de una tormenta en el museo Metropolitan de Nueva York. Allí estaban, contemplando una exposición de maestros de la época dorada del arte holandés, cuando de pronto estalló una bomba y Theodore se encontró de repente solo y rodeado de un montón de escombros.
Buscando la salida, el chico, que acaba de cumplir trece años, se topa con un visitante que estaba minutos antes contemplando la misma exposición acompañado de una chiquilla hermosa. El hombre muere delante de los ojos de Theodore, pero antes le entrega un anillo, pidiendo que lo devuelva a un tal Hobie, dueño de una tienda de antigüedades. Theo abandona el museo, llevando consigo el anillo y algo más..